por Alfredo Rosso
Tuve la fortuna de entrevistar a Dr. John en dos oportunidades. La más reciente fue a mediados del 2012, con motivo de la edición del brillante álbum "Locked Down". Y como en el primer reportaje Dr. John había hablado extensamente sobre sus comienzos y sobre la primera parte de su carrera, me pareció una buena idea combinar ambas entrevistas. Aquí las tienen, formando una sola nota que, me parece, quedó bastante coherente.
Con la colaboración de Dan Auberbach, de The Black Keys,
como productor, Dr.John editó en 2012 “Locked Down” uno de los discos más
signficativos de su extensa carrera. Aquí están los detalles de ese excelente
disco, contados por el propio músico, quien también habla de otros momentos
claves de su extensa carrera.
¿Cómo surgió la
asociación con Dan Auberbach, que derivó en Locked Down?
Sucedió que mi nieta me hizo escuchar los discos de los
Black Keys, y una vez que conocí su música se produjo una conexión espiritual:
justo en esa época Dan me llamó y al poco tiempo vino a New Orleans a conocerme
en persona.
Esa conexión se
consolidó en el estudio de grabación, y Dr. John dice que Dan lo estimuló a
escribir canciones que expresaran sin tapujos lo que sentía acerca de sí mismo
y de la sociedad de hoy en día. Auberbach, además, le permitió a la banda que
armó para grabar Locked Down hacer su propio aporte a los temas. A Dr. John le
recordó la forma de trabajar de los años ’50, cuando un músico traía la idea
básica y todos los demás iban aportando lo suyo.
Uno de los temas más
significativos de Locked Down es
Revolution, que hasta tiene un cierto aire de tango en el centro.
“Revolution” refleja la forma en que la gente se siente
sobre cosas que pasan hoy día en el mundo. Estamos atrapados en una situación
donde, por ejemplo, los ricos se vuelven más ricos y los pobres son cada vez
más pobres. Y no es una buena forma de vida. Lo de la cadencia de tango es
cierto, y además, en ese tema toco un órgano Farfisa, algo que no hacía desde
que toqué con el Sir Douglas Quintet, en los años ’70. Yo odiaba ese sonido,
pero había un Farfisa en el estudio y empecé a tocar algunas cosas. Dan me
sugirió que lo pusiera en el tema. Y la idea me gustó...
Otro tema del disco
con comentario social es Ice Age.
Según lo veo yo, el mundo se encuentra en una Era de Hielo
en este preciso momento, y no es algo bueno. Tenés a las grandes compañías
dominando las ciudades y la gente está siendo congelada y perjudicada de mil
maneras en su vida diaria.
Tengo entendido que “Eleggua”,
nombre de uno de los temas, designa a una entidad espiritual.
Correcto. Eleggua es una deidad a la que se le reza en
cierta rama del folklore vudú. Todas las cosas tienen un iniciador y Eleggua es
una esencia, una presencia que te ayuda a entrar, que te hace franquear la
puerta. Tenés que pasar por Eleggua para hacer que las cosas funcionen y, si no
respetás su presencia, vas a ser víctima de varios de sus trucos, una y otra
vez.
Hay un elemento de
fuerte ironía en el tema “Big shot”. ¿Qué lo inspiró?
Lo escribí como una especie de broma acerca de mí mismo y
también de mucha otra gente que he conocido a lo largo de los años, que son
considerados como “gente importante”, cuando nadie es realmente importante en
realidad. Es un tema que le toma el pelo a la gente demasiado pagada de sí
misma.
Me gustaría que usted
elija ahora una canción de “Locked Down” de la que esté especialmente
orgulloso.
Me gusta “My children, my angels”. Esa canción se la dediqué
a mis hijos. Un intento de hacer las paces, de compensar –de un modo concreto y
significativo- por los momentos en que no estuve presente para ellos.
Yendo atrás en el tiempo… ¿Cómo empezó su
relación con la música?
Crecí rodeado de música. Mi padre vendía discos y muchos de
mis familiares tocaban instrumentos. Una de mis tías me enseñó a tocar el
piano. En New Orleans todo el mundo tiene la música a su alrededor. En los años
50 comencé a trabajar en los clubes y tuve la suerte de conocer a artistas que
me ayudaron y me mostraron cosas. Un día mi profesor de guitarra me pidió que
lo reemplazara en una grabación y antes de que me diera cuenta, ya era
sesionista. Era una época muy excitante en New Orleans. Se tocaba una música
genial y había unas chicas hermosísimas. ¡Tantas cosas me pasaron en la vida
por las hermosas chicas de New Orleans...!
¿Podría comentar algo sobre Walter “Papoose”
Nelson su ídolo y profesor de guitarra?
El fue mi segundo profesor. Me encantaba su manera de cantar
y también su estilo de guitarra. No me enseñó durante mucho tiempo pero fuimos
amigos hasta su muerte. Era una persona con un don especial. El me hizo conocer
a grandes guitarristas, como Billy Butler y
Mickey Baker. Me enseñó el estilo de guitarra de T-Bone Walker, que fue
uno de mis más grandes ídolos de todos los tiempos.
Sabemos que fue productor discográfico para
los sellos Ace, Ric y Ron y que tocó en
muchísimas sesiones. Cuéntenos cómo era la escena musical de esos días de los
50 y 60.
Es cierto. Fui productor, compositor y músico de estudio,
todo al mismo tiempo. El dinero no era demasiado bueno, así que había que hacer
todas esas cosas para poder ganarte la vida, pero yo lo disfrutaba, de todas
maneras. Además, lo que hoy en día llaman “A & R man” (director artístico)
en las grabadoras, no es lo mismo que lo que era en esos días. Mi trabajo
consistía en encontrar artistas talentosos, llevarlos al estudio, encontrarles
material para grabar si no lo tenían, hacer el disco y entregárselo al sello
terminado. Uno estaba involucrado en todos los aspectos de la realización de un
disco. Pero, además, era muy divertido. En esos días también armé una gran
banda de 21 músicos para secundar a los músicos de rhythm and blues y de rock
n’ roll que venían a tocar a New Orleans. En esos shows era de rigor el poner
una determinada cantidad de músicos sobre el escenario. Otra experiencia
memorable.
También en esos días ocurrió el incidente que casi le
cuesta la carrera –y la vida- a McRebennack. Durante una de las giras de su
banda, intercedió en una pelea entre uno de los músicos y el mánager de un
hotel. El mánager sacó un revolver y una bala hirió a Rebennack en su dedo
índice izquierdo, lesionando su habilidad para tocar la guitarra. De allí en
más pasó a concentrarse en los teclados.
Tiempo más tarde me fui a la Costa Oeste, porque el
trabajo había mermado en New Orleans. Allí toqué con todo tipo de artistas. Con
Sonny & Cher, Johnny Watson, the O’Jays, Iron Butterfly, incluso hice algunas
cosas para Phil Spector. Toqué
rock psicodélico, toqué rhythm and blues, de todo. Desde Professor Longhair
a the Strawberry Alarm Clock. Y también, durante todo ese tiempo, iba
acumulando ideas para mi propio proyecto, el de Dr. John. En realidad pensaba
que iba a hacer un solo disco como Dr. John. No me imaginaba que iba a durar
tanto, pero así es la vida. Uno nunca sabe...
Me gustaría que nos cuente un poco acerca de
esos primeros álbumes solistas que hicieron famoso el nombre de Dr. John, como Gris-Gris,
Gumbo y In The Right Place.
Bueno, el
álbum Gris Gris fue un tributo a la música de New Orleans. Intentamos
ser fieles al espíritu de esa música. Después tuvimos éxito con Gumbo y
con In The Right Place. Entramos en el ránking y eso cambió toda la
historia. Pero nunca pude entender cómo Atlantic me tuvo tanto tiempo bajo
contrato, ya que tardamos bastante tener un hit. Pero, bueno, la industria era
diferente en esos días.
Para los argentinos, la primera oportunidad
real de ver a Dr. John en acción
--tocando el tema “Such A Night”- fue en
1978, cuando se estrenó la película The
Last Waltz de Martin Scorsese, la
filmación de ese gran concierto de despedida a The Band con un elenco
multiestelar, que incluyó a Muddy Waters,
Eric Clapton, Neil Young, Bob Dylan, Joni Mitchell y muchos más. ¿Qué
recuerdos tiene de ese gran evento?
Recuerdo
la noche anterior, cuando Muddy Waters estaba ensayando. Tocó una canción que
solía hacer Sonny Boy Williamson, llamada “Nine Below Zero”. Todos los
guitarristas lo observaban extasiados... Fue una época especial. Todos los
músicos de The Band eran tipos muy especiales. Yo conocía a Levon Helm
(baterista de The Band) desde los años 50 y la verdad es que esa banda generó
una cosa muy poderosa con su música. Todos los músicos que llamaron para
participar del espectáculo vinieron. Fue algo mágico.
Durante
las décadas siguientes, Dr. John grabó varios álbumes más, incluyendo In A
Sentimental Mood, un larga duración de “standards” con produccion de Tommy
LiPuma y Going Back To New Orleans que lo reunió con varios músicos de
su ciudad natal, como the Neville Brothers y le hizo ganar su segundo premio
Grammy en 1992 (El primero lo había obtenido en 1989 por su versión de “Makin’
Whoopee!”, a dúo con la cantante Rickie Lee Jones. Hace un par de años, Dr.
John hizo Anuther Zone acompañado por músicos ingleses de nueva
generación.
Me gustaría saber cómo se dio el encuentro
con los músicos de “Anuther Zone” y cómo
llegó a grabar el tema de John Martyn, “I Don’t Wanna Know About Evil”.
Bueno, yo ya había trabajado con músicos ingleses en la
época de The Soon, Moon & Herbs, allá por 1971, en aquella
oportunidad con Mick Jagger, Eric Clapton y otros que conocía. En esta ocasión
sucedió que venía de grabar un disco en vivo en Londres, Trippin’ Live y
aproveché para tocar en el programa de TV de Jools Holland. Allí fue donde
conocí a algunos de los muchachos que tocaron en Anuther Zone, músicos
de Supergrass y de Spiritualized, además del propio Holland y de Paul Weller.
Fue justamente Weller el que me hizo conocer el tema “I Don’t Wanna Know About
Evil”.
Luego Ud. grabó “Duke
Elegant”, un tributo a uno de los
grandes músicos del siglo XX, Duke Ellington. ¿Cómo se le ocurrió la idea de
este homenaje?
Fue muy estimulante armar este tributo a Duke Ellington y
una de las primeras cosas que se me ocurrieron fue buscar temas raros de Duke
–además de grabar los éxitos habituales-, para que la gente pudiese apreciar
los distintos aspectos de su música. Lo que hice, también, fue re-armonizar y
re-hacer algunas cosas dentro de los temas. Duke era una persona muy especial,
a la que tuve la fortuna de conocer. Pienso que se hubiera divertido con mi
disco.
Usted participó en
algún capítulo de la serie televisiva “Treme”, que es un verdadero homenaje a
New Orleans. ¿Qué tan fiel es esa visión de la ciudad después del huracán
Katrina?
Bueno, yo no tengo televisor, pero por el programa en que
participé puedo decir que
me pareció una muy fiel descripción de lo que pasó después
del Katrina. Hay un personaje en particular, el de un maestro o profesor [se
refiera al personaje de John Goodman] que representa muy bien la justa
indignación de la gente de New Orleans por la desidia del gobierno en brindar
ayuda y contención.
Sé que en marzo de
2012, Ud. hizo un tributo a Louis Armstrong en Nueva York, y que también
organizó un recital homenaje a la música de New Orleans con otras leyendas como
Irma Thomas. ¿Cómo sigue su historia? Bueno, espero que en algún momento
del futuro cercano podamos concretar el tributo a Louis Armstrong en un álbum.
En cuanto al homenaje a New Orleans, la idea es crear conciencia entre el
público sobre la necesidad de ayudar a los músicos mayores porque, a diferencia
de otras profesiones, la nuestra no tiene un plan de jubilación. Nos sentimos
bendecidos porque la música es algo tan poderoso que nos permite sobreponernos
a muchas cosas, pero en esto necesitamos la comprensión de todos. En cuanto a
mí, tengo una serie de shows que me tendrán ocupado hasta el mes de diciembre,
pero realmente me encantaría que se de la posibilidad de visitar Argentina. ¡Ya
es tiempo de que lo haga!
1 comentario:
como que casi no le llego, Rosso, usted es un capo.otto rock
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