Quiero referirme hoy a un disco trascendental en la carrera del gran Bob Dylan. Editado en 1974, Blood on the Tracks fue un álbum que hizo descubrir sus virtudes de trovador contemporáneo a toda una nueva generación, a la vez que restableció sus credenciales como gran artista de nuestro tiempo ante sus fans de la primera hora, esos mismos que lo habían seguido en los años ’60 a través de otros álbumes de primera línea como The Freewheelin’ Bob Dylan, The Times They Are A-changin’, Bringing It All Back Home, Highway 61 Revisited y Blonde on Blonde y John Wesley Harding, por citar sus logros más destacados. En épocas de turbulencias generacionales y desasosiego político, Dylan había sido ensalzado como “portavoz de su generación” pero, más allá de haber puesto el dedo en la llaga de males contemporáneos, como las guerras o las desigualdades sociales, Dylan no deseaba ser bandera de nadie, persona o movimiento, y lo había hecho saber en incontables conferencias de prensa. En la última parte de los ’60 –y después de un sonado accidente motociclístico- había mantenido un bajo perfil y se había dedicado a criar una familia con su esposa de entonces, Sara, en su hogar campestre de Woodstock. Los álbumes editados en esos años, Nashville Skyline ,Self-Potrait y New Morning parecían un intento ex profeso del artista de dejar atrás su imagen pública de artista comprometido con cuestiones sociales y políticas para dedicarse simplemente a explorar las posibilidades del rico bagaje de música country, folk y blues de su país, tanto en temas propios como en versiones de canciones ajenas.
No obstante, en 1973, algo volvió a cambiar en la vida de Bob Dylan. De buenas a primeras volvió a aliarse con The Band, el grupo de músicos que lo acompañara en las controvertidas giras eléctricas de mediados de los ’60, ahora una banda con éxito propio, para una gira por Estados Unidos que tuvo un éxito colosal. Venían de grabar un álbum en estudio, Planet Waves, y la tournée produciría, además, un doble en vivo llamado Before the Flood. Definitivamente, el Dylan quemante, el intérprete fogoso y pasional, estaba de vuelta y la confirmación definitiva fue su siguiente álbum de estudio, Blood on the Tracks.
Aunque en la portada no se le otorgaba crédito, se sabe que participó en las sesiones el veterano productor John Hammond y que el ingeniero de grabación fue el experimentado Phil Ramone, quien ya había trabajado en el citado disco en vivo de Dylan y The Band, Before The Flood. En aquellos días, Ramone declaró: "fueron unas sesiones muy tranquilas y sin ninguna pompa. No sé cómo alguien podría reclamar el crédito de productor trabajando con Dylan. La mejor estrategia con él fue dejar correr las cintas y asegurarte que nunca se apagase el grabador. Las notas parecían brotar de Dylan; iba de una canción a otra como si estuviese haciendo un medley de temas. Después de la primera noche, Hammond y yo nos sentamos a tratar de discernir dónde estaba el álbum entre tanto material grabado."
Blood On The Tracks fue registrado en cuatro días, en los estudios A & R de Nueva York. Ese lugar de la calle 54 había sido donde Bob grabó sus primeros seis álbumes, donde se sentía más cómodo y a gusto. A pesar de haber regresado al terreno familiar de su vieja compañía grabadora, Dylan no las tenía todas consigo en esos días, ya que venía de separarse recién de Sara, su esposa de varios años. Aunque Bob haya negado que los temas del disco fuesen autobiográficos, muchos opinaban lo contrario, entre ellos el propio Ramone, quien afirma que "You're a big girl now" (Eres una chica grande ahora) estaba inspirado en la ex-esposa de Bob. La letra tal vez le dé la razón: "El tiempo es como un avión a reacción / se mueve demasiado rápído / oh, pero qué lástima / si todo lo que hemos compartido no puede durar / puedo cambiar, lo juro /oh, a ver qué puedes hacer / yo puedo lograrlo / tú tambien."
Dylan, críptico como siempre, sugirió, sin embargo, que los temas del disco, incluyendo el que le da comienzo al álbum, "Tangled up in blue", fueron influenciados por su interés en la pintura.
Cualquiera haya sido la fuente de inspiración, el hecho es que Dylan estaba "lleno de canciones en su interior" según palabras de sus allegados. Lo acompañaron en Blood On The Tracks el bajista Tony Brown, el organista Paul Griffin, un virtuoso del banjo llamado Eric Weissberg y Buddy Cage, especialista en guitarra de acero. Phil Ramone dijo que estos eran músicos de estirpe, capaces de adaptarse a cualquier cambio en la dirección del viento, dicho esto en alusión a las libertades absolutas Bob solía tomarse en el estudio. "Dylan no te dice qué acordes va a tocar. Es capaz de cambiar de opinión de repente acerca de la longitud de un pasaje instrumental o eliminar una estrofa o agregar un estribillo cuando menos te lo esperás."
A pesar de las palabras de Ramone acerca de lo placentero de las sesiones, Dylan no quedó conforme con la primera versión de Blood on the Tracks grabadas en setiembre de 1974 y decidió registrar varios temas nuevamente en Minneapolis, en diciembre de ese año Así y todo, según Ramone, el 75% del álbum pertenece a las sesiones de Nueva York.
Entre sus varias perlas, Blood On the Tracks contenía una ácida diatriba sobre una chica que debía articular varias pavadas por minuto, a juzgar por la venenosa prosa de Dylan, que le dice, así como así: "Viento idiota / soplando cada vez que abres la boca / soplando por los caminos secundarios que van al sur / viento idiota / soplando cada vez que movés los dientes / sos una idiota, nena / es admirable que aún sepas respirar."
Otra perla filosófica del disco era "Simple twist of fate" (Un simple giro del destino), cuyos protagonistas son dos amantes casuales, quienes, después de una noche de calor en un motel de la carretera, se separan tan accidentalmente como se encontraron.
Como ocurrió con tantos álbumes clásicos en la carrera de Bob, este larga duración no dio ningún simple exitoso. El que más se acercó fue "Tangled up in blue", que trepó hasta el puesto 33 del chart americano.
Blood on the Tracks significó un renacimiento creativo para Dylan. El nivel de intensidad y la calidad compositiva de sus canciones anticipó nuevos clásicos
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